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lunes, 24 de septiembre de 2007

Engaños, envidias y traiciones... la verdadera historia de la F1


Rubén Suárez


Digno de un best seller y al muy estilo de las novelas de Agatha Christi, esta temporada 2007 de la Fórmula 1 se ha visto ensombrecida por uno de los escándalos más grandes en la historia del automovilismo, que envuelve a dos de sus escuderías más importantes, Ferrari y McLaren-Mercedes, en un drama de engaños, envidias y traiciones.

La polémica generada en la máxima categoría del deporte automotor al descubrirse el caso de espionaje protagonizado por el jefe de mecánicos de Ferrari, Nigel Stepney, y el jefe de diseño del McLaren, Mike Coughlan, reveló una de las situaciones más temidas por los constructores, al comprobarse la entrega de información confidencial por parte de un técnico a otra escudería.

Toda esta controvertida situación inició en septiembre de 2006 en la casa del cavellino rampante, cuando Luca Baldasieri es nombrado jefe de autos en pista, por parte de su director general, Jean Todt; ascenso que originó malestar en el jefe de mecánicos, Nigel Stepney, quien ansiaba dicho cargo luego de darse a conocerse la partida de Ross Brawn, antiguo poseedor del puesto.

Sin embargo, es en marzo de 2007 cuando en medio de las presiones del inicio de la temporada se materializa la traición Stepney, al entregarle a Coughlan, un dossier de 780 páginas con las especificaciones técnicas de los bólidos rojos, luego de haberse intercambiado una serie de correos electrónicos el 1º de marzo para conversar sobre el fondo plano y los alerones flexible de los Ferraris.

Ignorante de la existencia de este dossier en la casa de las flechas de plata, su director técnico, Ron Dennis, luego de culminar el Gran Premio de Australia –primera prueba del campeonato– reclama a Ferrari sobre la presencia de estas especificaciones en el monoplaza del piloto ganador, Kimi Raikkonen, las cuales al parecer no eran permitidas al no ser conocidas por los funcionarios de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA).

Coughlan al percatarse de este impases instala un programa en el servidor de McLaren para bloquear todos los correos enviados por Ferrari, a fin de evitar ser descubierto intercambiando información a través del correo electrónico.

Aunque diarios deportivos como “As” maneja el mes de marzo como fecha de entrega del dossier, otras publicaciones afirman que fue durante una sesión de prácticas libres durante el Gran Premio de España en mayo, cuando se consignó el documento en un encuentro que tuvieron Stepney y Coughlan en un restaurante del Puerto Olímpico de Barcelona.

No obstante, es a principios de este mes cuando la esposa de Coughlan, Trudy, lleva el dossier a un centro de reproducción en Working, ciudad sede de McLaren, para ser digitalizado, sin saber que su empleado es fanático de Ferrari, quien al tener en sus manos el documento llamó inmediatamente a la escudería del heptacampeón, Michael Schumacher, en Maranello, Italia, para desencadenar el escándalo.

En tanto, el 18 de ese mismo mes, Stepney es interrogado por la policía inglesa por sospecha de sabotaje, al conseguir en los bolsillos de su uniforme un polvo blanco, parecido al encontrado en los depósitos de combustible de los Ferraris, a pocos de días celebrarse el Gran Premio de Mónaco.

Tras esta evidencia, el 2 de julio es despedido de la escudería y posteriormente demandado el 4 de ese mismo mes, caso que se repite también con Coughlan en McLaren escasas 24 horas antes, quien también es acusado por Ferrari por el tráfico de información.

El conflicto cobra mayor relevancia al observar los resultados en pista de ambas escuderías, las flechas de platas cosechan múltiples éxitos de la mano del piloto británico Lewis Hamilton, quien inocente de la cólera que esto desataba en su compañero, el español Fernando Alonso, conoció lo que era capaz de hacer al sabotearle su ingreso a los pits en la sesión de clasificación durante el Gran Premio de Hungría, hecho por el cual fue sancionado luego, al quitarle la “pole” y otorgándosela al británico, quedando en evidencia la rivalidad entre el novato y el bicampeón.

En Ferrari los problemas también reinan con una fanaticada defraudada ante los repetidos fracasos de los pilotos, quienes parecen no terminar de encajar en una escudería que vive constantemente a la sombra de los triunfos de Schumacher, al tratar de hacer lo imposible –para ese momento– para conquistar el campeonato de constructores.

Una vez despedido, Nigel Stepney y Mike Coughlan se reúnen con el director de Honda, Nick Fry, en un hotel cercano al aeropuerto de Heathrow en Londres para buscar empleo, pero el encuentro no rinde fruto.

Nuevamente, los rotativos deportivos se contradicen en la fecha real de los acontecimientos, al reseñar que fue en el mes de junio cuando realmente fue consignado el dossier en el centro de reproducción. No obstante, se conoce que fue durante los primero días de ese mes cuando Trudy recoge el material digitalizado en dos cds, para luego quemar en la parrillera de su casa el físico del documento y así eliminar la posible evidencia.

Una vez estallada la polémica empiezan las reacciones, Ferrari emite un comunicado notificando que tiene pleno conocimiento del caso debido a una información suministrada por una persona ajena a la Fórmula 1. Asimismo, Nick Fry, de la Honda, hace lo propio señalando que Stepney y Coughlan acudieron a él en busca de trabajo, aclarando que desconoce un posible espionaje.

Por su parte, la FIA convoca a una reunión urgente el 12 de julio para exponer cada una de las evidencias en el caso de espionaje, acordando una reunión entre las partes involucradas el 26 de ese mismo mes para que presenten sus pruebas.

A ese encuentro en París asistieron el presidente de la FIA, Max Mosley, y los directores de ambas escuderías, Ron Dennis y Jean Todt, para revisar cada una de las evidencias, resultando airoso Dennis, quien a pesar de haberse hallado culpable por la posesión de material confidencial de Ferrari, no fue sancionado por no haberse encontrado pruebas incriminatorias de la utilización de esta información en beneficio o perjuicio de su escudería o el campeonato, situación que causó malestar en su principal rival, exigiendo Mosley introducir el caso ante un Tribunal de Apelaciones el 13 de septiembre.

Sin embargo, no paso mucho tiempo cuando Mosley sospechando la exigencia de nuevas pruebas, envía varios correos electrónicos a los pilotos Lewis Hamilton, Fernando Alonso, y el de pruebas, Pedro De la Rosa, exhortándolos a colaborar en el esclarecimiento del caso a cambio de inmunidad.

De la Rosa y Alonso acuerdan enviar a Mosley una serie de correos electrónicos que intercambiaron con Coughlan, los cuales eran enviados a su vez por Stepney mientras se encontraban en Ferrari. Con esta evidencia en sus manos Mosley cancela la presentación ante el Tribunal de Apelaciones y convoca a otra reunión para ese mismo día con los pilotos de McLaren, Pedro De la Rosa y Lewis Hamilton, junto a su director Ron Dennis, y Jean Todt por Ferrari.

En ese último encuentro entre las partes se presentó toda la evidencia que incriminaba directamente a McLaren por el caso de espionaje, sancionándolas con una multa de 100 millones de dólares –los cuales serán repartidos entre el resto de las escuderías y los miembros de la FIA en el mundo– además de ser eliminados de la competencia por el campeonato de constructores de esta temporada.

No obstante, a pesar que las flecha de plata podían introducir un recurso de apelaciones antes del 21 de septiembre, Dennis aseguró en un comunicado “que lo mejor para los intereses del deporte, para el objetivo de ganar carreras y el campeonato del mundo, es no apelar”, entregando sin pelear el campeonato de constructores a Ferrari a tan sólo dos carreras del final de la temporada, donde Alonso y Hamilton –liderando la tabla de pilotos– tienen la mayor parte del camino ganado para conquistar este año el máximo cetro del automovilismo.


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