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miércoles, 7 de mayo de 2008

Latitudes de una ética periodística

Rubén Suárez
rubenjsuarezc@gmail.com

La ética de un profesional debería ser una condición imperturbable dentro de su vida laboral y cotidiana, si bien, existen factores externos que pudiesen hacer tambalear esta edificación que desde niño construimos con las herramientas dadas por nuestros padres y familiares (valores), en la actualidad, nos percatamos que no siempre es así, a tal punto, que pareciera ser que hasta la latitud en la que nos encontremos juagase un papel determinante en los que hacemos bueno o malo para un profesional como el periodista.

Los códigos de éticas de los periodistas de Colombia y Chile hacen referencia sobre aspectos bastante importantes, sin bien ambos mencionan la Clausula de la Consciencia como una obligación moral del periodista por actuar de acuerdo a su conciencia y no ser sancionado, existen otros elementos muy relevantes que puede ser extraídos del primero código de los anteriormente citado.

En Colombia el gremio parte de la “buena fe” de su periodista, tal y como aparece reseñado en el numeral 1 del primer artículo, confía en sus acciones para que lejos de juzgarlo o señalarlo, este instrumento legal se convierta en una herramienta de protección que apele a la honestidad de sus involucrados.

De esta forma, el periodista –según la letra A del numeral 1 de artículo tercero– tendrá la oportunidad de defenderse de acusaciones de las cuales pueda ser objeto tras la publicación de una información “off the records” que posteriormente haya sido desmentida, y éste, de comprobar que fuera blanco de un engaño por parte de la fuente, podría revelar su identidad para tomar acciones legales en su contra por mancillar su ética y buena voluntad de querer destapar a la luz pública un hecho irregular.

Estos dilemas éticos y morales no únicamente afectan a los periodistas, pues esta ley también abarca todas aquellas personas que laboren dentro de un medio de comunicación, indistintamente del cargo que ocupo según lo refleja el artículo noveno, que señala que todos deberán regirse bajo los estatutos de este código.

Por su parte, el Código de Ética del periodista chileno resalta aspectos interesante como el deber que tiene los periodistas en participar en la toma de decisiones en cuanto a las políticas informativas del medio en que trabajen, factor crucial para los dueños de medios, pues así podrán contar con un capital humano capaz de alzar su voz para ser escuchado y con sentido de pertenecía con la empresa.

Situación que se verá demostrada cuando un periodista sea perseguido por su forma de pensar, ya que según el artículo duodécimo de la presente ley, el gremio tendrá la obligación de respaldar y proteger a su agremiado.

Otro de los elementos significativos de esta ley, lo cual evidencia el sentido ambiental que tiene la República de Chile, es que el periodista esta en el deber de proteger el medio ambiente con un bien público, brindándole la oportunidad de cuidar y formar parte de ese entorno al cual el ya pertenece.

Doña Lola y Don Enrique
se informan “En La Mañana”

Rubén Suárez
rubenjsuarezc@gmail.com

Directo, veraz, enfático y tranquilo, son las características del periodista Williams Echeverría al momento de abordar a los entrevistados de lunes a viernes en su programa de televisión “En la Mañana” transmitido por el canal de noticias Globovisión, entrevistador que sin llegar a ser polémico sabe identificar los puntos débiles de su invitado para tomarlos hasta conseguir una respuesta.

Sin embargo, por su actitud conciliadora y de unión, más que de enfrentamiento como a veces muchos periodistas tienen durante la actual coyuntura política que atravesamos, Echeverría no siempre hace honor a su slogan “Desnudando la noticia”, pues aunque es reiterativo al instante de hacer las preguntar, simplemente en ocasiones deja que el invitado soslaye la vía hacia donde el entrevistador lo quiere llevar.

Con una duración de 30 minutos y dos cortes comerciales, este programa no sólo encara temas políticos, también realiza entrevistas a distintas personalidades del mundo de las artes, las ciencias, además de instituciones benéficas y de ayuda al ciudadano, ya que su intención es promover los valores y las buenas costumbres.

Igualmente, este destacado locutor intentar día a día inculcar a sus televidentes el sentir venezolano, siempre destacando lo nuestro al iniciar el programa al decir: "Huele a café, huele a arepa con mantequilla en todo el territorio nacional". Sin duda que esta frase no hace sentirnos más identificados con este programa, pues hace sentir a la audiencia que es una ventana a lo que diariamente viven los venezolanos todos los días “En la Mañana”, tal y como lo dice su nombre.

Es por ello, que también utiliza un lenguaje sencillo para que “Doña Lola y Don Enrique” –personajes de quienes habla todos los días en su programa como la representaciones de las miles de mujeres y hombre de familia que lo ven– puedan entender esas cosas que veces a los venezolanos de a pie les cuesta entender por no estar sumergido en el tema.

Esta sencillez se evidencia aún más en cada uno de los elementos que rodean el programa como la escenografía y la musicalización, siendo la primera una de las más inexpresivas por ser únicamente un fondo negro, el cual ya afortunadamente cambió con unas imágenes de Don Quijote de La Mancha en tonos cálidos como amarillo, ocre y naranja, dándole así al estudio mayor personalidad.

En cuanto al segundo aspecto mencionado anteriormente, la musicalización esta a cargo del excelente flautista venezolano, Huáscar Barradas, quien con una amena melodía da la bienvenida a la audiencia todas las mañanas con un aire fresco y de tranquilidad inigualable a este programa de opinión que marca la diferencia.

Sin duda que este programa es un catalizador de sentimientos, al ofrecer una mirada distinta de la información, demostrando que con decir la verdad no se tiene porque agredir a nadie, al contrario se pueden hacer grandes cosas ayudando a toda la sociedad a la cual pertenecemos.